domingo, 2 de abril de 2017

No le mando mi mensaje a Juan Manuel porque no lo necesita. Él sabe que estoy en su corazón, en su vida para siempre jamás. Él puede sentir eso. Él está bien, justo donde debería estar.

Mi mensaje es para todo el mundo. Y es importante.

Juan Manuel me rescató de bebé. Él apenas tenía veinte. Hoy tiene 34 y está esperando su propia cachorra. He marcado su vida por 15 años. Y así como salvó mi vida al rescatarme, así me ayudó a partir. No esperaba menos de él. En sus manos estuve siempre feliz.
Y ahora...además de agradecida, estoy tan orgullosa...

Juan Manuel comprendió de una que el amor debe seguir fluyendo, incansable, inagotable, y por eso, ya adoptó a Cuca. Una perrita tan desesperada por un hogar como lo estuve yo. No se encerró en su dolor, compartió su amor por mí. Fue grande. Fue sabio. Fue mi Juan Manuel que nunca me decepcionó.

Y para todo aquél que lee mi mensaje va este mandato. El amor siempre tiene que seguir fluyendo porque somos muchísimos los que necesitamos que eso ocurra.

Mientras Cuca corretea por el patio, Juan Manuel la mira y me llora. Yo lo sé. Pero él también sabe que, a través de esa perrita que ha adoptado, yo estoy concentrada en enjugar sus lágrimas una y otra vez.


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